Aquí, a la sombra del muro, en este basto hemisferio de sonrisas tristes, de miradas hambrientas, de pueblos olvidados y de sueños verdes. Aquí, en la tierra de pocos, apabullados por un despotismo “democrático” y una disimulada autocracia. En las patrias sin título, en los confines de la existencia humana, en donde todas las historias han sido escritas en el ingrato y sufrido anonimato. Aquí, en el encarnado macondo, tan cerca y tan lejos de la libertad prometida. Viviendo dos grados por debajo de la dignidad, tercermundistas: desventurados, infelices, desamparados. Con miles de caminos recorridos, todos dirigidos a las estrellas, sin más esperanza que la del mañana
La publicidad cambia, sin lugar a duda, el funcionamiento y el andar de una sociedad. En los últimos años, las campañas publicitarias han sido generadoras de identidades tan variadas que me atrevo a decir que gracias a ello estamos surcando por un universo de falsedad de identidad, porque cada nueva tendencia comercial es susceptible a convertirse en una seudo identidad para un grupo de individuos.
Así pues cada idea “ingeniosa” que se crea en las oficinas de las agencias publicitarias, después de su respectiva aprobación se bombardea incesantemente a los consumidores, se adapta a los púbicos y se apropia de todos los gustos para poder de, esa manera, llegar a la mayor cantidad de personas posible. La finalidad es que la mayor cantidad de grupos sociales, culturales, políticos, etc. Se identifiquen con el producto.
Es por eso que digo que las identidades se crean en los escritorios, las grandes empresas buscan reunir a la mayor cantidad de adeptos a sus productos, y para ello primero tienen que conseguir que los consumidores se identifiquen con la marca y eso lo logran creando una identidad que se adapte al funcionamiento del producto y esto, sin ninguna complicación extra, les dará el éxito comercial.
Este tipo de campañas juegan con las identidades, con las nacionalidades, con las razas, sin escrúpulos y con poca intención de productividad social, el único interés es económico y comercial. El éxito de esta publicidad radica en, por una parte, el bombardeo masivo que realizan, por otro, los mensajes (muchas veces subliminales e intrínsecos) que transmiten, y por último, lo que ya repetí varias veces: la creación y adaptación a las identidades de los individuos.
Nos estamos convirtiendo en marionetas de los propósitos comerciales y culturales de las grandes empresas y marcas, estamos dejando que reinventen nuestras sociedades y nuestras costumbres, somos experimentos de un laboratorio comercial que se regocija ingeniando nuevas formulas de vida. Y algún día seremos alguien más que ya no podrá ser lo que un día fue.